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ATENEO de MELIPILLA Juan Fco. González

Literatura - Oriana Pavez Zurita

Oriana Pavez Zurita

<em>Oriana Pavez Zurita</em>

Brusco despertar

Barrotes con tiempo
marcan mi paso
clavando las huellas
que me he ido dejando.
Mi escudo enjambrado
en cactus y flores,
estaba quieto, contando colores,
borrando recuerdos, aromas,
dormidas siluetas.
Maquillando perennes lágrimas
en caducas sonrisas,
silenciando los ecos,
que repetían en pretérito imperfecto,
el verbo nacido.

A mi sangre araucana, la han despertado,
reabriendo heridas que estaban selladas,
despierta mi esencia, golpeando con ira,
el tiempo que no vuelve.
Se ensancha mi pecho,
estrangulando la hiel
agolpada en mi garganta
con cada negativo que revela mi mente
sin raíces, sin verbos, sin aromas,
sin voz.

Charla de la mente

Se hunde el pensamiento,
añorando ser sumergido
en un mar de creatividad,
deslizándose sien contra sien
encendiendo los apagados recuerdos.

Ya no me queda canto,
replica la memoria.
Se acumulan quejas de todos los olvidados,
emerge revelando la voz
para inmortalizar a los ausentes.

Se ha perdido la mística,
de Quijotes, caballeros,
princesas y castillos,
a golpes de clicks e imágenes,
las manos deben ser más hábiles
que la muerte.

¿A dónde fueron a detenerse
los autos de cartón,
después de su última carrera,
a qué mar navegaron
los barcos de papel ?
¿En qué baúl de recuerdos
quedó la muñeca de trapo ?
Si no perduran ni los recuerdos,
Ni los baúles.
¿A qué montaña fuiste a morir,
caballito de palo
después de haber sido compañero
de vaqueros, indios,
Zorros y malandrines
sin ley ni límites ?
Cual ermitaño olvidado
en tu propia existencia.
Corre el anillo, corre el anillo,
corre solitario.

Tabas tabitas, huesos al basurero
rondas de niños, rondas sin niños
brazos caídos.

Se hunde el pensamiento
deslizándose sien contra sien,
emerge y aflora
sin encontrar el tesoro
perdido de antaño.

Mujer de todas las épocas

Son como aguas cristalinas,
en constante movimiento,
sin espacio, sin tiempo,
sin vida propia.

Eres en tu morada
enfermera, educadora, economista,
amante sin previa cita,
sin el privilegio de sucumbir.

Eres un diamante, única en tu especie.
Deja que los ríos, que bajan
por tu faz
sigan si cauce, y que no se hundan,
al vapor de la tetera
perdiéndose en el azul infinito
tus largas conversaciones en soledad
no las sellen tus labios cautivos,
que no desvistan tus sueños
como tú desnudas una papa
y los mudos espectadores
de tus libidinosos bailes
con la rutina.

Sean las cuatro paredes de tu hogar
que no te ensalcen, con cerrado
aplauso en silencio.

Eres forjadora del mañana,
tienes la sabiduría en tus labios,
de tus manos brota el remedio,
en tu mirada, resurge la fuerza
para sobrevivir.
Eres, Mujer.

(Del libro “Vuelos literarios 3”. Publicado el año 2001)