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ATENEO de MELIPILLA Juan Fco. González

Nilza Riquelme Jaramillo

<em>Nilza Riquelme Jaramillo</em>

Cuéntame cuantos cuentan


Cuéntame cuántos cuentan
en los cuentos de tu vida,
cuéntame cuántos cuentan
en la cuenta de tu día,
cuéntame cuántos cuentan
y que puedas contar todavía
cuéntame si tú cuentas
con los que contaste un día.

Silencio


Beber el silencio
es beberlo todo.
Palpar el silencio
es cerrar los ojos.
Vivir el silencio
es crecer en el tiempo.
Y guardar el silencio
es mirarse hacia adentro

Quiero


Quiero mariposas
danzando por mi cuerpo
y que mil "te quiero"
suenen a canción.
Quiero que el silencio
se funda sólo en besos
y que un suspiro
sea el sello del amor.
Quiero que mi piel
se sonroje ante el recuerdo
de la danza compartida
corazón con corazón.
Quiero que mis ojos
guarden lo no visto
y que en mi tacto quede
el sabor de la ilusión.
Quiero ser yo toda
el trono de tu reino
guardando en mis entrañas
la esencia de tu ser.
Quiero ser la dueña
de tu más intimo secreto
y poder los dos a un tiempo
volver a renacer.

Estoy llamando


Estoy llamando
a la puerta del olvido,
en espera de traspasar
su umbral.
¡Oh! Si vinieras
a saciar mis besos
yo, de seguro,
no volveré a llamar

Sólo dime adiós


Sólo dime adiós
huelgan las palabras.
No hay explicación
cuando el amor manda.

Sólo dime adiós
al iniciar tu marcha
me entregaste una ilusión
como recuerdo ello me basta.

Sólo dime adiós
yo no te diré nada
y guardaré en mi corazón
mi sonrisa y tu mirada.

Del amor al amor


Como río va a la vida
corriendo por el cuerpo
nace mágico el instante
y se proyecta al infinito.

Se conjuga como un todo
desde el alma al sentimiento
se transforma, no sé donde,
explosándose en un beso

Va creciendo como agua
que inicia su caudal
arrasando en su marcha
la conciencia y algo más.
Quema como flama;
con violencia torrencial
se transforma en un suspiro
imposible de callar.
Es la fuerza de la vida
el origen y el final,
es el roce de la brisa
y una flor al germinar.

Amante amada


Y quise mucho
y amé tanto
con toda la fuerza
que se puede amar.
Me quiso mucho
me amaba tanto
que era corta la vida
para amarnos más.
No murió el amor
no murió el llanto
tampoco morimos
ni él ni yo.
¿Qué pasó entonces?
¿Dónde ha quedado
la que él amaba
y el que amaba yo?

(Del libro "Los de la vuelta de la esquina")

Tres náufragos van flotando
sólo uno alcanzará la orilla,
dos lo van apoyando
aún a costa de sus vidas.

---oo---

Este cuerpo que me acompaña
y que seguro, estará en mi entierro,
que alberga también mi alma
es lo único que tengo ...

El tiempo lo ha dañado
se va haciendo más lento.
Cómo quisiera mimarlo
y complacer sus deseos.

Diálogo inconcluso

Hoy tengo tiempo
para oír tus palabras.
Hoy tengo tiempo
para oír tu charla.

Ayer también tuve tiempo,
pero ayer tú no estabas.
Mañana tal vez tendrás tiempo
y quizás no habrán palabras.

Interrogantes

¿Qué haría con el resto de mi tiempo
si no llegara la noche y el descanso?
¿Qué haría con las letras de mis versos
y dónde quedaría el llanto que es mi canto?
¿Qué haría con el resto de mi tiempo
si no tuviera los recuerdos para usarlo?
¿Si no hubiera esta risa compartida
y no existiera el invierno y el verano?
¿Qué haría con el resto de mi tiempo?
Más, de qué tiempo estoy hablando...
Si no sé si habrá muchas mañanas
y es ahora y es aquí que estoy vibrando.
¿Qué haría con el resto de mi tiempo?
ese tiempo que nunca me ha sobrado,
que es el mismo que pasó tan raudamente
y tantas veces quise congelarlo.

Solo huellas

Viril, magnífico, orgulloso amo del Universo
tantas veces quisiera atraparte,
pero sigiloso anulas todo mi esfuerzo.
Cuántas veces te he sentido mi aliado,
haciéndome sentir que te tengo.
Nuevamente te escurres como agua
entre mis dedos
vanidoso indomable, has jugado con mi cuerpo ,
dejándole marcadas tus huellas
sin que pueda resistirse a tu encuentro.
Sé que siempre has ido conmigo,
pero no ha sido por amor nuestro nexo,
vas tras tu ruta trazada, jugando tan sólo tu juego.
Cómo, a veces quisiera, detener tu paso perverso
o prolongarte a mi lado misterioso y eterno.
Eres la lágrima viva, el beso fugaz
el recuerdo y el silencio.

( Del libro “Vuelos literarios 3”. Editado el año 2001)

Raúl Araya Rubio

<em>Raúl Araya Rubio</em>

Brasas

Amor que brasa con brasa,
forja un beso
y en la infinita noche
se desvela.
Amor que nace de la tierra,
cardenal o rosa,
amor que el fuego forja
y la aurora eleva.
Amor que llora,
amor que sueña.

Nada, nada puede separarnos,
seguiremos unidos,
atados como musgo y piedra.
Hilo de agua y surco
manta de arriero y niebla.

Soy el amante
que esperabas,
y en mis brazos, mujer
eres el sueño
que me ciega.

Pequeña nube mía

(A mi hija Ignacia)

Pequeña nube mía,
corazón de nuez.
Labios de esponja azucarados.

La luz del día se duplica
en tus ojos almendra
como en dos granos de uva cristalinos.

El sol
cobijó sus rayos clandestinos
en tu pelo negro.
Tu alma pequeñita
viste la frescura curva
de los ríos salvajes.
Pequeña nube mía,
corazón de nuez.
Hija de mi romántico
pasar por esta vida
Contigo todo tengo,
todo me sobra,
contigo.

Recuerdas cuando...


¿Recuerdas cuando
como peces huérfanos
nos encontró la tarde fresca y vacía
hilvanando burbujas de nostalgia?
la universal constelación de las aguas
se redujo a un insignificante metro
en que tu y yo, amor
nos trenzamos en una cacería
dulce y violenta.
y como nunca antes,
fui la presa fácil de tus labios cazadores
y perdidos nadamos atados
en las redes desbordantes
de lo que amor eterno llamamos,
inocentes como simples peces.

¿Recuerdas las primeras olas?
La primera afrenta,
tormenta maligna
que como un surco oscuro
regó nuestros pasos
y frágil
las olas del miedo
te arrastraron a la inmensa mar
de la distancia.
Amor, amor mío
¿qué turbia mar oscura nos separa?
Una húmeda soledad me ahoga
y el lúgubre destino del salmón
contamina mis agallas.
La inútil libertad que me dejaste
es la perpetua cárcel que me invade
¡quiero romperme las aletas!
remontar los ríos
y que al fin en la decrépita hora
la muerte pueda revivirme.

(Del libro "Los de la vuelta de la esquina")

«Los de la vuelta de la esquina »

<em>«Los de la vuelta de la esquina »</em>

Este libro fue publicado el año 2004 y reúne trabajos del Taller Literario del Ateneo. La versión electrónica que usted observa en su pantalla, por razones de diseño preestablecido del blog muestra por separado la obra de cada autor, manteniéndose el mismo orden de publicación del original en soporte de papel, que lo encabeza la siguiente presentación.

A manera de prólogo

Las pruebas de que Chile es un país de poetas las encontramos en cualquier punto de nuestro longísimo y enjuto territorio. Asimismo, la afirmación de que la mayoría de los escritores nacionales son autoeditados, es una verdad que no requiere demostración. Lo comprobamos, una vez más, en el poemario que tenemos en nuestras manos.

Autoedición puede aparecer como una palabra de carácter peyorativo; sin embargo, lejos de disminuir a sus creadores y a su contenido, un libro publicado con el empeño de sus autores y el esfuerzo económico de un grupo, nos habla de una obra que merece la máxima atención de los lectores.

Y lectores es lo que buscan los poetas reunidos en forma cooperativa en este texto. Ellos pertenecen al Ateneo “Juan Francisco González”, de Melipilla, entidad que ya ha cumplido medio siglo de existencia. No muchas agrupaciones culturales de tipo privado, activas y prolíficas como ésta, logran tal permanencia en el tiempo.

Los siete escritores que se reparten de modo hermanable las páginas de esta publicación, muestran sus diferentes estilos y enfoques ante el quehacer poético. Cada uno tiene cualidades que los emparientan con los otros, pero que también los individualizan, ya en el lenguaje, en la forma o en la temática.

A propósito de los temas, hay uno que sin duda a la mayoría de los poetas, si es que no a todos, se les hace ineludible: el amor. Y Raúl Araya lo aborda en poemas de corta extensión, con versos breves y libres. En una de sus composiciones afirma: “…seguiremos unidos, / atados como musgo y piedra./ Hilo de agua y surco / manta de arriero y niebla.” Novedosas metáforas, por cierto.

En versos que tienen un leve toque de clasicismo, Nilza Riquelme sostiene que el amor “Quema como flama; / con violencia torrencial / se transforma en un suspiro / imposible de callar.” Y agrega en el mismo tono “Es la fuerza de la vida / el origen y el final, / es el roce de la brisa / y una flor al germinar”.

Muchas estrellas para iluminar su senda de enamorado necesita Ángel Conejeros y en su equipaje lleva rosas como ofrenda a los pies de su amada al tiempo que le expresa: “Todos mis versos / alegres y bellos, / tristes o vacíos / te pertenecen. / Son una corona en el tiempo / para tus ojos y tus besos”.

Adoptando una actitud apelativa ante el poeta que yace en Isla Negra, Elizabeth Ramos, lo califica de “Capitán de mil dolores / navegante de palabras…” y luego, amorosamente, lo invita diciéndole: “Quiero escuchar como un susurro / un verso tuyo, / y adormecerlo en mi almohada / para jugar a ser tu musa, / desordenar tus caracolas de luna, / amarrar con fuerza / la última mirada al recuerdo del último beso.” Desde el más allá, Neruda aún conquista corazones.

Bajo la suave mirada de la luna, Gladys Quiroz sueña con viajar a París a encontrarse con Vallejo. Al ritmo de acompasados versos, su andadura la lleva al fondo de su propia interioridad y desde allí reclama: “Me estoy quedando a solas con la ira…”, pero no se rinde: “…y aunque mi canto se estrelle contra un muro, / cantaré, una y mil veces cantaré a la esperanza.” Notable la creación lírica de esta poetisa de Melipilla.

Presidente del Ateneo y gestor de esta publicación, Jaime Romanini se da el tiempo y el espacio entre sus muchas obligaciones para cantarle al amor y preguntar: “¿Cuándo dejarás nuevamente / tus cigarros vestidos de besos / en mi alcoba?” En seguida, ensaya un epitafio, en una de cuyas partes estampa: “Soy el que ha sangrado las espinas que pusiste en el camino. / Soy el que debe morir por el pecado de amarte.”

Hay un toque de cierto pesimismo en los poemas de Gino Arab: “Mi tiempo fue tu tiempo en el tiempo / y yo coral de hombre me hundo en un otoño muerto”. Y como todos los poetas tienen algo de pensadores y viceversa, se atreve con algunos aforismos: “La elocuencia de la razón sólo vive en los árboles”; y este otro: “Quién entiende la vida, / la roca canta mientras el agua la azota”.

¡Larga vida al Ateneo Juan Francisco González y a todos sus integrantes, que viven ahí no más, “a la vuelta de la esquina”!

Miguel Reyes Suárez

Santiago, septiembre de 2004.


Usted puede ir al texto de cada participante en este libro pulsando sobre su nombre en el listado que sigue:


Raúl Araya Rubio


Nilza Riquelme Jaramillo


Angel Conejeros Maldonado


Elizabeth Ramos Araya


Gladys Quiroz Carcher


Jaime Romanini Gainza


Gino Arab Moraga