Raquel Parada

Melipilla
Un trozo de mi infancia
encontré en Melipilla,
rodeada de potreros
donde el verde es el dueño;
los álamos se mecen
en su plegaria eterna
mientras tiuques alegres
danzan surcando el cielo.
Los queltehues pasean
por la planicie quieta
y su grito no anuncia
lluvias en el estío
sólo invita a la amada
a una cita en el nido
y a disfrutar la tierra
como un don merecido.
Yo tiendo la mirada
por todos los caminos
y las hojas plateadas
saben de mi alegría,
la luna me contempla
y el cielo iluminado
me regala esta imagen
al terminar el día.
La cerca de eucaliptus
más allá del sendero
separa la manada
de vacas y terneros,
un perro ladra lejos
y otro perro contesta
mientras la noche cae
con su silencio a cuestas.
(Del libro Melipilla: lugar de encuentro. Año 2006)
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