Cecilia Satriani
Pequeña vida
...No sé cómo te soñaba nieto mío,
cuando aún eras ilusión en el vientre
de tu madre. Ahora, ¡ Qué te he de
decir ahora! Niño amigo de arañitas,
hormigas y lombrices.
Cada vez que me miras con el cielo
reflejado en tus ojos, veo como el
universo danza en ellos y, cuando
tus manecitas se elevan como aquella
noche de luna llena, para cogerla y
regalármela, no puedo sino sentir
que soy un ser afortunado.
Cuánta riqueza me das en el día
a día de tu primera vida. Boca
fragante repleta de besos con distintos
sabores de dulce. Algarabía constante
entre la Cleo, el Dudú y el baile Abare.
Quién sino tú serías tan gentil y
generoso para regalarme la luna, las
estrellas, los cometas.
Quién sino tú tomaría mi mano, nos
sentaríamos en la tierra y observaríamos
los milagros de vida de Nuestro Señor.
Quién sino tú haría palpitar mi
corazón y emborracharme de amor al
rodear mi cuello con sus brazos.
Quién sino tú me llevaría a esperar
la llegada del zorzal y los gorriones
que se posan en la reja.
Quién sino tú me diría de tantas
formas y lenguas: TE AMO.
Quién sino tú me buscaría
emocionado tras las puertas, bajo la
cama, detrás de la cortina, entremedio
de los árboles.
Quién sino tú me cantaría el De
Colores, Caballito Blanco y re-
citaría oraciones del Niño Jesús.
De quién sino de ti recibiría tanta
ternura que envuelve mis sentidos
afinados por la vida, vapuleados
tantas veces, otras tantas adormecidos.
Qué sino el amor puro, multicolor
de un niño refrescaría el ambiente de
esta, la casa de la abuela.
Orejitas, nariz, ojos, boca, pelo,
manos, son las primeras palabras, y,
destacándose entre ellas abuela,
sisti, mamá, dicho con alegría
o llanto desesperado.
Cuando te vas, niño mío, a las
flores y plantas les llega el sosiego
pues tus caricias frecuentes las tienen
en constante alerta. El Dudú
reaparece a beber su leche ahora
medio rancia; la Cleo duerme
profundo después que el niño deja
en paz sus orejas. Los pájaros
preguntan dónde está ese ser
pequeñito, parlanchín como ellos
pero que aún no despliega sus alas,
pues está aprendiendo cómo hacer
mejor para remontar el vuelo.
El gran camión se estaciona,
la grúa se recoge, tu sillita está
vacía, los balones se guardan, De
noche, cuando la abuela trémula
de amor, reza sin cesar y da gracias
por su nieto amado, se produce la magia:
los caracoles sacan sus cachitos en
las noches de luna; las estrellas
brillan escoltando al sol; los arcoiris
son de amanecida; los gallos cantan
a la hora de la oración; los libros
de cuento caminan; los grillitos danzan.
Y todo esto lo crea.......el gran,
gran amor de un niñito por su abuela.
Besos
...Te he de besar dulcemente, de los
pies a la cabeza,
deteniéndome, cuando un destello
brote de la madre tierra.
...Te he de besar despacito, punto
por punto tu piel blanca,
y jugando mis dedos en tu pelo
descubrir la distancia de un beso,
entre el sueño y la nostalgia.
...Te he de besar cantando,
recitando melodías que hablan
del día y la noche cuando no
estás junto a mí, mi amigo-amante,
mi ser querido.
...Te he de besar, sí, hambrienta,
de parte a parte tu vida pues en ella
sacio entera, la necesidad de la mía.
Envolverte
...Quisiera ser jazmín para envolverte
con mis zarcillos
y golosa dejar el cáliz junto, muy
junto a tu boca,
pasión, vino rojo de Almería.
...Al despertar quisiera tener mi
cuerpo cubierto de violetas
pues así son tus ojos,
ésos, los dueños de mi alma
que me sumen en letargo,
aunque pase mucho tiempo
en soledad o fiesta plena
esperando el momento
para vestirme de gozo,
cuando te vea
venir pisando fuerte, muy seguro
de tu amor y el mío.
...Cómo no he de querer ser jazmín
aprisionando tu cuerpo,
si es en él que obtengo el calor de mil
soles,
la fuerza de bestia herida y la
dulzura de las palomas.
...Así también quiero volver a ser un
ramo de temblorosas violetas sujetas
por tus manos;
aquellas que me confunden entre el
desvarío y el desmayo,
porque tú eres mi jardín,
il giardino dell miracolo.
( Del libro Vuelos literarios 3. Publicado el año 2001)