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ATENEO de MELIPILLA Juan Fco. González

Stella Donoso B.

<em>Stella Donoso B.</em>

Barrio de Infancia

Mi barrio de cuatro esquinas,
calle familiar que acunó la infancia,
patio delantero de todos nuestros sueños
que nos forjó una luna de eterna primavera.

Calle de empedrado viejo,
de angosta acera y ancho vuelo
donde se fraguaron fantasías
que en carroza del tiempo viajaron al olvido.

Todo era familiar, todo tan propio,
estaban tan urdidas nuestras vidas,
entre almacén de barrio y paquetería,
entre sacos de carbón y cuero nuevo.

La noche se rompía con los cantos,
patín y bicicleta, pelota de trapo.
Calle que olía a huerto y madreselva
a carretón callejero y esperanza.

Mi calle se fue en el tiempo
incluso con nuestros sueños...
Murió el adobe entre estertores de la tierra,
murió la estampa en susurros de añoranza.

Mi barrio de cuatro calles
cambió su vida y su cara,
el viejo mostrador, la luz opaca,
los chicos de la esquina, las abuelas.
Don Enrique llamando a su pilluelo,
la Mariíta y su venta de ilusiones,
mi padre con su coche de anticuario,
se fueron con su historia a otro barrio...

Añorada quedó entre mis recuerdos
la calle larga, silenciosa y sin letreros,
testimonio de la diaria sinfonía
de gritos, risas, de besos y de adioses.

Melipilla

Cómo se cuenta la historia
de mis pasos en tus calles,
la señorial quietud
que contempló mi aurora.
Tu larga siesta bajo el Cerro Sombrero,
con los pies bailando
sobre el valle del Maipo.
Caminé el amor sobre empedradas calles
y al repique de campanas
me bebí la primavera.
Melipilla, eres mi suelo,
mi propio aire, mi casa en esta tierra.
Has sido alero en la tormenta de los años duros,
y el aliento de todos mis suspiros.
Cuando el sol de octubre
pinta de verde los campos,
una ronda de flores bordea tus senderos
y los aromos llenan de oro
los arreboles de la tarde,
abrazo en mis recuerdos
a aquellos que han partido
y el corazón se entibia
con sueños de futuro.
Entre mar y cordillera
te contemplo recostada a la sombra de los cerros,
extiendo mis brazos a los vientos
y mientras me besa el aire salino de la costa
sé que dormiré para siempre en tu regazo.

Mi pueblo

Mi pueblo tiene un suspiro
de siesta somnolienta,
mil ojos que espían tristes
entre cenefas transparentes.
Mi pueblo tiene nostalgias
de versos y de chinganas
que se fueron por los oscuros
recovecos de los tiempos.
Duerme su otoño en silencio
entre lamentos de invierno,
busca esperanzas sin forma
en la rosa de los vientos.
Cien leguas como cuchillo
y corazones abiertos…
Conoce de cada hijo
su historia y lamento,
sus sueños, su grandeza,
su familia, sus ancestros.
Mi pueblo tiene una historia
que alimenta su esperanza.
Que lanza su grito al monte,
al río, al valle inmenso,
que pide como una hembra
el rescate del silencio.

(Del libro “Melipilla: lugar de encuentro”. Publicado el año 2006)

Un, dos, tres...

Cuento un, dos tres...
Y el viento se hace sordo
a mis oídos, sin respuesta.
Cuento un, dos tres...
una y otra vez en letanía,
Sin ritmo, sin son, sin tregua.
voy llenando las alforjas,
los sueños, la esperanza,
tan sólo de fragmentos,
de incómodos silencios,
de un sin fin de números inútiles,
de palabras carentes de sentido,
mientras el eco de mis pasos
imperturbable me acompaña.
Un, dos, tres...
Las campanadas del viejo reloj
marcan el ritmo de la ausencia.
La razón acalla el alma
y la sangre reposa
en eterno letargo sin espera.
Un, dos, tres...
Un, dos, tres...

Enferma de locura

Me he enfermado
muchas veces de locura,
estrellando las manos
en intangibles muros.
Me he sentido angustiada
por las lluvias perdidas
en el infinito verde
que me embarga.
Estoy enferma de palabras
que duermen, se ahogan
y palpitan en un verso.
Un fuego apasionado me corroe
y escapa a borbotones en la noche,
en la música callada
de este canto que no duele
sin embargo hiere la conciencia.
Esta locura de pasión que llevo
recorre todas mis fronteras,
baila conmigo, enloquecida,
todas las estaciones en que vivo.
misterio y existencia
en un ritmo que no rompe su esfera
y sin embargo apresa.
Estoy enferma de ser una lumbre solitaria
cantando a la luna sus pesares
en el dulce y oscuro azul nocturno
mientras fuera del mundo de las voces
la vida gira en sus matices.

Mendigo soy

Dame un poco de tu fe
para pintar la luna,
deja una sonrisa en mis pupilas
para bailar la noche de punta a punta.
Voy mendigando la vida,
aquella que a migajas
ha golpeado mi fuente algunas veces.
Tiendo las manos para asirla,
apresar su esencia misteriosa,
encumbrarme en la cima en que se alza;
pero pasa sin notarlo
ignorando la súplica sin canto
y otra vez está vacía la mañana.
Voy mendigando un poco de ternura
que cubra las llagas de amarillo
y adorne de flores mis cabellos.
Te voy llamando a ti,
a ti que tienes fuerza, pasión, brío
para que me lleves en tu vuelo
como si fuera ayer, tan sólo ayer
el primer día de primavera,
más tú no te detienes ni me oyes
y quedan solas mis palabras en la acera
sin vestirse de rosas ni amarillo,
sin bailar ese encuentro con la luna,
mis cabellos no visten de amapolas
y la temprana estrella de la tarde
no enciende por mis ojos su lucero.
Dame ahora un trozo de tu aliento,
un roce de tu mano que me abrigue,
un poco de tu fuego que me queme.

( Del libro “Vuelos literarios 3”.Publicado el año 2001)

2 comentarios

Juan Agustin Lopez Alister -

Desde hace casi una década fuera de mi pueblo donde crecí, Melipilla que añoro, pero no la de ahora la de antes, esa que doña Stella Donoso, mi querida maestra del Colegio, describe, sus calles empedradas, sus adobes su gente del barrio, sus colores y olores, si los de mi infancia...
Un abrazo muy afectuoso a ella, a Stella...
Nunca apreciamos lo valioso hasta que ya no lo tenemos...

Pavlo Miranda -

Ha pasado tanto tiempo, y me ha alegrado sobremanera tener noticias del ateneo... Hace algunos años compartí con ustedes mis letras y hoy que para sorpresa mia los encuentro en la red, me emociona leer a la sra, Stela, a la sra, Gladis, a don Ruben, o a Angel... mis respetados profesores...

les envío un gran abrazo y decirles que siempre los tengo presente como un hermoso recuerdo...

Un gran abrazo.
Pavlo Miranda